Martin Franzbach (Bremen)
De utopías, desencantos y paraísos perdidos:
el crisol cubano
1. Turismo revolucionario
Fue en los años decisivos del „Caso Padilla“ y
el Quinquenio Gris (1971-1975) cuando se produjo entre muchos intelectuales
del extranjero un cambio de imagen de la Revolución cubana. Tal
rectificación condujo a una serie de controversias,
algunas de ellas inflexibles, en el ámbito internacional entre partidarios
y detractores de la Revolución cubana.
No podemos examinar aquí la totalidad de sus testemonios.
Por eso, como contribución y explicación de las varias actividades
contradictorias, se analizarán, sólo a través de ejemplos,
las diferentes posiciones fundamentales ideológicas.
Entretanto, se ha publicado una interesante literatura
sobre el „turismo revolucionario“, que tiene su expresión exhibicionista
en el jineterismo revolucionario. Hans Magnus Enzensberger analizó
en su momento el fenómeno de los turistas de la Revolución,
immortalizándolo irónicamente en el 9. Canto de El hundimiento
del Titanic (1978):
Esos extranjeros, que se hacen fotografiar en los cañaverales
de Oriente, machete en alto,
el cabello pegajoso, la camiseta de algodón
tiesa de guarapo y sudor: ¡esa gente está demás!
[...] „el pueblo“
hacía pacientemente cola por una pizza al atardecer
mientras en el Hotel Nacional, terraza al mar,
donde antes comían los gángster, los
senadores
[...]
estaban sentados ahora un par de viejos trotzkistas
parisinos y lanzaban en su entorno bolitas de pan,
„agredablemente subversivos“, y con citas de Engels
y Freud.
Cena 14 de abril 1969
(Año del Guerrillero Heroico)
Cóctel
de langostinos
Consomé Tapioca
Lomo a la parrilla
Ensalada de berro
Helados
(Enzensberger 1978, 36)
Heberto Padilla, amigo de Enzensberger, secunda esta visión,
desde la perspectiva del sujeto en cuestión, en el libro Provocaciones
(1973), como puede verse en el siguiente poema:
Viajeros
En dos o tras semanas ya tienen experiencia
Suficiente para escribir un libro sobre los guerrileros
[...]
Todas son gentes cultas, serias, provistas de sistemas
[...]
Durante varios dias proyectan diapositivas
[...]
Hay muchas fotos mías, de ésas, por
el mundo, donde aparezco igual que un saltimbanqui:
un ojo resentido mira a la cámara, el otro
a cualquier sitio
[...] yo estoy
preso en la foto como un león en su jaula:
rujo contra las grandes palabras (eternidad, historia),
pero no puedo transformar los ficheros, ni aclarar
nada.
Estoy
condenado
(Padilla 1973, 31-33)
2. Cuba sí - yankis no
El sociólogo brasileño Márcio Alves
(nacido 1936), que, al huir de la dictadura militar de sus país,
vivió en 1973 algunas meses en La Habana, en casa de la familia
obrera de Máximo Gutiérrez, es autor de un testimonio, siguiendo
la tradición de los trabajos sociológicos de Oscar Lewis,
sobre la vida del hogar que le acogió. El él, Alves defiende
una valoración de la Revolución cubana únicamente
desde la perspectiva de los subdesarrollados del Tercer Mundo:
Sólo quien venga de países hambrientos,
harapientos, ignorantes y enfermos será capaz de comprender la importacia
de un país, en el que la gente puede saciar su hambre y hay ropa
y zapatos para todos, donde los niños van a la escuela y nadie se
muere por falta de medicamentos o médicos. Estas necessidades básicas
existenciales no tienen, incluso para europeos y norteamericanos de izquierda,
el mismo valor casi inalcanzable que para nosotros. A pesar de la pobreza
e injusticias todavía existentes, la mayoría de estos pueblos
pueden satisfacerlas sencillamente. (Alves 1975, 11)
También Pablo Neruda (1904-1973) fue un amigo crítico,
pero a lo largo de toda su vida, de la Revolución cubana. En su
último libro de poesía figura, junto a una serie de poemas
antiimperialistas, un homenaje a Cuba. El papel ejemplar de Cuba es visto,
a través de versos épicos, sobre todo en la heroica lucha
contre el imperialismo yanqui y la burguesía cubana emigrante (gusanos):
Cuba, siempre
Pienso también en Cuba venerada,
la que alzó su cabeza independiente
con el Che, con mi insigne camarada,
que con Fidel, el capitán valiente
y contre retamares y gusanos
levantaron la estrella del Caribe
en nuestro firmamento americano.
(Neruda 1973, 39)
En las Memorias de Neruda se pueden ver sus discrepancias
con determinados escritores cubanos.
La Revolución cubana la defendieron, sobre todos,
los muchos emigrantes latinoamericanos que huyeron de las terribles dictaduras
militares de sus países para refugiarse en la isla caribeña,
donde encontraron asilo y trabajo. Como ejemplo, sean
mencionados aquí el uruguayo Mario Bendedetti
(nacido 1920) y Ezequiel Martínez Estrada (1895-1971). Benedetti
dirigió desde 1968 a 1971 el Centro de Investigaciones Literarias
en La Habana. Fruto de esos años fue su Cuaderno cubano (1969, 2ª
edición aumentada 1971). Sus reflexiones, poemas, reportajes, análisis
y entrevistas giran en torno al papel de los intelectuales en la Revolución,
y respiran optimismo. En el Caso Padilla, el autor secundaría después
la medidas disciplinarias de intimidación que tomó el gobierno,
porque la fracción internacional de los críticos la pareció
una amalgama excesiva de intereses proprios.
Martinez Estrada fue, desde 1961 hasta 1963, director
del Centro de Estudios Latinoamericanos, en La Habana. Sus ensayos sobre
José Marti (1966), Nicolás Guillén (1966) y su valoración
de la Revolución cubana le revelan como un conocedor bien informado
de la cultura y la historia de Cuba.
Partidarios incondicionales de la Revolución cubana
hasta hoy parecen ser también Gabriel García Márquez
(nacido 1928), Eduardo Galeano (nacido 1940) y Ernesto Cardenal (nacido
1925). Sobre las relaciones del premio Nobel colombiano con Fidel Castro
se ha derramado mucha tinta. Vázquez Montalbán (1998, 568)
opina a esta respecto:
García Márquez y Fidel Castro tienen una
amistad extraterritorial y yo creo que también extraideológica,
relación de la que el escritor nunca da noticia, ni justificación
porque en verdad en verdad os digo que las afinidades nunca son electivas.
En cualquier caso, algunas disidentes cubanos deben su
liberación gracias a la intercesión de Garcia Marquez. Preguntado
en cierta ocasión sobre sus relaciones con la Revolución
cubana, respondió anecdóticamente:
Hace poco en México, un amigo me preguntó
de golpe: - ¿Cómo serías tú hoy si no se hubiera
hecho la Revolución cubana? - No sé - le contesté
asustado-. Es imposible saber cómo sería uno si fuera cocodrilo.
(Vázquez Montalbán 1998, 297)
Sobre la defensa de Galeano de la Revolución cubana,
su controversia en Zürich con Jesús Díaz, p. ej., permite
darnos una idea. El diario de viaje, En Cuba (1972), de Ernesto Cardenal,
fue muy leído en su época por su abundante información
sobre la vida cotidiana en la isla. En ella, los cubanos expresan su opinión
sobre temas tan delicados como homosexualidad, oposición, fe y obediencia
al partido. Algunos años antes de la destrucción de la comuna
de Solentiname, en la isla del lago de Nicaragua (1977), por la guardia
nacional de Somoza, y antes del triunfo de la revolución sandinista
nicaragüense, Cuba significaba para Cardenal algo así como
una utopía hecha realidad en la tierra y un aliento en la lucha
por la liberación de su país. Sobre la postura de Julio Cortázar
(1914-1984), no siempre libre de conflictos, frente a la Revolución
cubana, puede verse el capítulo dedicado a la política cultural.
Entre los simpatizantes angloamericanos, hay que citar
sobre todo a Graham Greene (1904-1991) y Ernest Hemingway (1899-1961),
cuyo mito cubano ha sido documentado, en especial, por Norberto Fuentes.
Greene (Our man in Havana, 1958), que viajó a Cuba antes y después
de la Revolución, expresó con ocasión de una visita
en 1966 a un batallón cubano de vigilancia fronteriza en Guantánamo:
„Ustedes están a algunos metros de vuestro enemigo. Nosotros en
1940 estábamos a cincuenta kilómetros del fascismo. Por eso
simpatizamos.“(Granma, 29.9.1985) Muchos poetas catalanes y españoles,
en primer lugar Rafael Alberti, que, desde los años 30 visitó
la isla varias veces, y que como Juan Ramón Jiménez y García
Lorca, tuvo gran influencia sobre la eneración de poetas cubanos
de entonces, entonaron cantos de alabanza a la Revolución cubana.
En especial, los emigrantes esperaban ser estimulados en su lucha contra
el régimen de Franco, incluso cuando la solidaridad de los dos „gallegos“,
Franco y Castro había acabado pronto con sus sueños inverosímiles.
En la antología española España canta
a Cuba (1962), publicada en Ruedo Ibérico, la editorial del exilio
español en París, figuran nombres ilustres como Pere Quart,
Lauro Olmo, Carlos Barral, José Agustín Goytisolo, Jaime
Gil de Biedma, José Angel Valente, Blas de Otero, Rafael Alberti
y otros.
El relato de viaje Pueblo en mercha (1969) de Juan Goytisolo
(nacido 1934), publicado primero en forma de colaboraciones en el suplemento
de la revista Revolución, describe la fase temprana de la Revolución.
El entusiasmo de los cubanos, dispuestos ahora a construir el socialismo
a pesar de todas las dificultades, despertó la admiración
el escritor emigrante español, que por aquellos años vio
claramente en la Revolución cubana el ejemplo a seguir para su proprio
país y para sí mismo: „Defender a Cuba era defender a España,
como un cuarto de siglos atrás morir en España fue
morir por Cuba [...] Al defender su Revolución, los cubanos nos
defienden a nosotros. Si deben morir, muramos también con ellos.“(Goytisolo
1969, 14, 84)
El bisabuelo de Goytisolo había sido proprietario
de plantaciones en Cuba y regresó a España después
de la Guerra del 98. En su viaje a Cuba, Goytisolo comprendió cabalmente
a qué clase social pertenecía, impulsando el ejemplo de la
historia de su familia en él un proceso de conscienciación
importante. Quizás esto explique, también, por que Goytisolo
se distanciaría tan violentamente de la Revolución tras el
„Caso Padilla“, en el que el autor español sería uno de los
organizadores y portavoces de la campaña en contra.
3. De la revolución traicionada a la
solidaridad crítica
La entrada de las tropas del Pacto de Varsovia en Praga
en agosto de 1968 y la aprobación de Castro a esta invasión,
como consecuencia de su gran dependencia de la URSS, las circunstancias
que condujeron a la liquidación de la guerilla guevariana totalmente
aislada en Bolivia, el „Caso Padilla“ y sus secuelas, el fracaso de la
proyectada zafra de los 10 milliones t en 1970 y otros desaciertos y frustraciones
indujeron a muchos intelectuales europeos y latinoamericanos - no sólo
en la isla - a reflexionar sobre la Revolución cubana, reflexión
que hasta hoy se mantiene viva: „Cuba no hizo la revolución en América
Latina. Siempre que trató de forzar las cosas fracasó
de manera lamentable. Del mismo modo, cuando predominaban circunstancias
favorables peru Cuba no ayudaba, no occurió gran cosa.“(Catañeda
1995, 106)
Mario Vargas Llosa recuerda (Diario 16, 1.6.1986) una
cena en La Habana en 1970 con Jorge Edwards y Lezama Lima, en la que este
último le dijo al despedirse: „¿Te has dado cuenta en qué
país vivimos?“ Vargas Llosa comenta cómo entonces empezó
a reflexionar sobre su absoluta fidelidad a la Revolución cubana,
y, sin embargo, no estaba dispuesto a proporcionar ningún arma al
enemigo en una situación tan dificil para Cuba (Verdès-Leroux
1989,
480). En la obra en tres tomos Contra viento y marea (1990) que abarca
los años 1962 hasta 1988, se puede seguir la evolución del
proceso político de Vargas Llosa en esta cuestión.
Nada ha cambiado, desde entonces, en esta actitud de espera
del autor peruano frente a la Cuba actual, como lo ponen de manifiesto
las siguientes declaraciones publicadas en La Gaceta de Cuba (Menéndez
Plasencia 1998, 53), el órgano de la UNEAC:
Mira, en el remoto caso de que sea invitado, voy encantado
si puede hablar y decir las cosas que yo digo del sistema de Cuba. Lo que
no puedo hacer yo, pues sería una inmoralidad de mi parte, es ir
a Cuba y hacer una mojiganga. Para mí Cuba es algo muy importante,
es uno de los temas centrales de mi vida. Entonces sería absurdo
si yo fuera a Cuba y no tocara el tema politico. Pero si puedo ir y dialogar
sobre lo que yo pienso, mañana mismo.
Entre los representantes más destacados de la tesis
sobre la Revolución traicionada y la formación de una nueva
sociedad clasista figuran Sartre, Edwards, Enzensberger y Debray. Simone
de Beauvoir describe en La cérémonie des adieux (1981) la
evolución de Sartre, desde el análisis entusiasta de la Revolución
cubana en Huracán sobre el azúcar (1961) hasta la desilusión
que le produjo el „Caso Padilla“, una década después. Según
Beauvoir, hacía tiempo que Sartre había perdido sus ilusiones
sobre Cuba, y ya no hablaba de socialismo sino de castrismo.
Por invitación del gobierno cubano, Sartre et Beauvoir
había visitado La Habana en febrero de 1960 de vuelta de un viaje
al Brasil. Su regreso a Francia les condujo de paso a la España
franquista. Para Sartre, y su compromiso decidido en favor de una Argelia
libre, que luchaba entonces por su independencia frente a la potencia colonial
de Francia, la Revolución cubana desempeñaba un papel importante
como portadora de la esperanza de un desafío victorioso contra el
imperialismo.
Tras el distanciamente de Sartre de la política
del P.C. francés y su desencanto por los sucesos de Hungría
en 1956, en los que el socialismo real existente habia enseñado
sus zarpas, Sartre creyó encontrar en Cuba la „tercera via“ entre
los dos bloques. Con posterioridad, Simone de Beauvoir declararía
el emigrante Juan Arcocha en París:
Además, querido amigo, no tenemos ganas de volver
a Cuba. Sabemos que las cosas van mal. Este nuevo viaje acarrearía
una gran decepción y nosotros quisiéramos conservar la maravillosa
primera impresión que tuvimos de Cuba que ya se nos nubló
la segunda vez. En otras palabras, queremos mantener vivo el recuerdo de
la luna de miel de la Revolución. (Vázquez Montalbán
1998, 287)
El adiós a los mitos es siempre doloroso, sobre
todo cuando afecta a la obra de toda una vida. El libro sobre Cuba del
escritor y diplomático chileno Jorge Edwards (nacido 1931) alcanzó
una gran difusión. Edwards fue desde el 7.12.1970 el primer embajador
de la Unidad Popular chilena en La Habana hasta que el 22.3.1971 se vio
obligado a abandonar el país como Persona non grata (título
también de la obra, publicada en 1973, ampliado en 1982), libro
que puede considerarse como el documento de un „insider“ por su análisis
del clima intelectual en Cuba y de la crisis económica. La
obra, acabada un mes después de golpe des Estado en Chile de 1973,
representa además la „novela política“ de las ilusiones perdidas.
Entre la carta abierta de Hans Magnus Enzensberger, dirigada
al presidente de la Wesleyan University, en Connecticut (EE.UU.), el 31.1.1968,
y su saga glacial de El hundimiento del Titanic (1978), con el canto de
cisne a la Revolución cubana, existe un abismo de esperanzas fallidas
y de tergiversaciones recíprocas. En 1968, en el punto álgido
de la guerra de Vietnam, Enzensberger se había expresado todavía
en un tono antiimperialista:
Pues una cosa es estudiar el imperialismo en el retiro
de la celda y otra enfrentarse a él allí donde muestra su
rostro menos desinteresado [...] Este otoño quisiera ir a Cuba para
trabajar allí una temporada. Esta decisión no es ningún
sacrificio; sencillamente tengo la impresión que puedo ser útil
a los cubanos [...] y aprender más de ellos. (Enzensberger 1970,
238)
Al parecer este proceso de aprendizaje acabó para
Enzensberger con una serie de frustaciones immensamente tristes, tras las
cuales se ocultan también desilusiones personales y sociales sobre
la evolución de la República Federal Alemana desde 1968.
Al escritor alemán no se le permitió trabajar en la universidad
de La Habana, fue internado en hoteles y, por sus contactos con Padilla
y otros intelectuales críticos, estuvo muy pronto en el punto de
mira de la Seguridad cubana, que continuó vigilándole durante
varias décadas después con ayuda del servicio de Seguridad
de la RDA.
El texto de Enzensberger El interrogatorio de La Habana
(1979), una documentación escénica, se inspira en los protocoles
de los interrogatorios de los invasores de Playa Girón. La versión
alemana, dedicada a Heberto Padilla, anticipa el interrogatorio del poeta
cubano en La Habana que tendría lugar un año después
(1971). Los cantos 3, 4, 9, 22 y 28 de El hundimiento del Titanic son expresión
de su proceso de desencanto. La obra, empezada en 1969 en Cuba, desaparecida,
tenazmente reconstruida y meditada y terminada en 1977 en Berlin describe
en 33 cantos una catástrofe. En aquellos años Enzensberger
veía ya el Titanic, el fantasma, y el Iceberg avanzando como una
amenaza hacia el Malecón de La Habana.
Muy diferente fue el proceso de desencanto en el caso
de Régis Debray (nacido 1941). Su honte d’être français
por las sangrientas guerras coloniales de Indochina y Argelia le condujo
al internacionalismo. Ya en 1961, Debray había pasado seis meses
en Cuba y tomado parte en la campaña de la alfabetización;
en 1963/64 recorrió a pie América Latina durante año
y medio, y en 1965 Castro le invitó personalmente a la Conferencia
Tricontinental celebrada en La Habana. Después inició, lo
que sería su paso decisivo de la teoría a la práctica,
una formación en la guerilla como cuadro estratégico de la
Revolución (según Piñeiro, Jefe de la Seguridad).
Debray fue compañero de Che Guevara en Bolivia, siendo allí
encarcelado tras la liquidación de la guerilla de 1967 a 1970 (en
principio condenado a 30 años de prisión). Con posteriodad
Debray se orientó hacia la socialdemocracia y se trasladó
al Chile de Salvador Allende para apoyar el proceso del Socialismo en Libertad.
En 1973 se incorporó, como peregrino de un proceso revolucionario
a otro, a los sandinistas de Nicaragua. A partir de 1981, entró
al servicio de Mitterrand como asesor pragmático en el Palacio del
Eliseo.
Debray es autor de una serie muy polémico de libros
de culto de la izquierda, entre ellos Révolution dans la révolution?
et autres essais (1967) y La critique des armes (1975). Menos
éxito tuvo como novelista con L’indésirable (1975).
Para su visión de Cuba son importantes sus memorias,
publicadas con posterioridad, Loués soient nos seigneurs
(1966), el libro de las desilusiones donde se entierran los rituales de
la Revolución cubana con su traición a los ideales de sus
orígenes, el culto a la personalidad del comandante y la pérdida
diaria de valores. Debray subtitula su libro une éducation politique,
paralelemente a L’éducation sentimentale (1869), de Flaubert.
La lección de la fumée des utopies de una révolution
trop mondiale le llevó a Debray a sacar una conclusión amarga:
Je hais la vie publique et les politiciens (Debray 1996, 15), sin duda
un juicio demasiado duro, visto desde la perspectiva de una idiota útil
instrumentalizado, según su opinión.
Es muy difícil establecer una tipología
de grupes des autores según su postura frente a la Revolución
cubana. Más viable resulta fijar una tipologia de sus prejuicios.
Tras hacer mención de los simpatizantes y desilusionados, debemos
ocuparnos todavía de los partidarios de la solidaridad crítica.
La solidaridad crítica tiene que mantener incondicionalmente en
estado de alerta permanente su observancia crítica para desbaratar
los planes de sus detractores, residiendo su autenticidad en su sinceridad
diferenciada. Quien interprete la solidaridad como adhesión incondiconal,
estigmatizará por supuesto a aquellos que son críticos solidarios
como profanadores de la propria realidad. La solidaridad crítica
fortalece la consciencia, puede liberarnos de ilusiones peligrosas y protegernos
de un optimismo exagerado. Su campo de acción es el análisis
de la realidad en su contexto histórico.
Los siguientes autores tienen, a pesar de sus diferencias
algunas afinidades en común que residen, en última instancia
en la separación entre instituciones y funcionarios privilegiados,
por un lado, y, de otro, la población que lucha por sobrevivir.
En una palabra: no el sistema merece ser apoyado sino el pueblo. Aquí
habría que mencionar, en primer lugar, al famoso escritor mexicano
Carlos Fuentes (nacido 1928), cuya actividad frente a la Revolución
cubana la caracteriza Vázquez Montalbán (1998, 525) de agridulce.
El Caso Padilla fué también para Fuentes
una lección amarga, pero al contrario de su compatriota ya fallecido,
Octavio Paz, defendió siempre Cuba contra todo ataque anticomunista
burdo. Fuentes ha reflexionado, junto con García Márquez,
sobre la forma de mejorar las relaciones cubano-norteamericanos en una
visita a Clinton, pero no ha autorizado la publicación de uno de
sus libros de narraciones en Cuba porque no se le permitió dedicarla
al defensor de los derechos humanos, Elizardo Sánchez Santa Cruz.
La Cuba de los aparatchiks no es el mundo de Carlos Fuentes.
(Trad. Juan Segura)
Textos
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Kuba - Eine Arbeiterfamilie erzaehlt. Reinbek/Hamburg
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DEBRAY, Régis (1996), Loués soient nos seigneurs. Une
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Enzensberger. Frankfurt a.M.
ENZENSBERGER, Hans-Magnus (1978): Der Untergang der Titanic. Eine Komoedie.
Frankfurt a.M.
España canta a Cuba. Paris 1962 (antología)
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NERUDA, Pablo (1973): Incitación al Nixonicidio y alabanza de
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PADILLA, Heberto (1973): Provocaciones (Poemas). Madrid
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CASTAÑEDA, Jorge G. (1995): La utopía desarmada. Intrigas,
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69-89
LEANTE, César (1996): Gabriel García Marquez, el hechicero.
Madrid
MENÉNDEZ PLASENCIA, Ronaldo (1998): „Déjame que te cuente.
Entrevista con Mario Vargas Llosa“. En: La Gaceta de Cuba 6, 50-53
VÁZQUEZ MONTALBÁN, Manuel (1998): Y Dios entró
en La Habana. Madrid
VERDÈS-LEROUX, Jeannine (1989): La lune et le Caudillo. Le rêve
des intellectuels et le régime cubain (1959-1971). Essai. Paris
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